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Reflexiones existenciales de final de año

  • sandrabordag
  • 27 dic 2024
  • 2 Min. de lectura

Llevo un año exacto sin pensar o reflexionar en modo académico o en modo analista y debo confesar que me están picando los dedos. Será cuestión de hábito o de gusto. Vaya uno a saber. El punto es que necesito sentarme frente a la hoja en blanco y sin comandos o instrucciones. La paradoja no es pequeña: pasé de tenerle en ocasiones pánico a la pantalla virgen para ahora necesitar de ella. Debo confesar que hasta la encontré sexy en este primer intento de escritura libre.


Se termina un año lleno de aprendizajes, de retos, de oportunidades, pero también de desilusiones y de grandes preocupaciones. Es un año en el que al mirar el mundo no puedo sino sentir una dosis gigante de retroceso. No solo no hemos avanzado, sino que la marcha en la dirección equivocada parece cada vez más contundente e inevitable. Y me disculpo con el lector, pero prefiero evitarme y evitarles la lista de eventos mundiales del 2024 que me tienen en este estado de ingravidez.


Ando refugiada en la hamaca, las novelas y la cocina y creo que eso es bueno. Todos tenemos derecho a unos pocos días de escapismo. El lujo de oír poco y leer mucho es siempre bueno para el alma. El silencio, después de tanto ruido, es como un bello encuentro con uno mismo y a veces también es útil para saber cuántos grados de separación se construyeron entre la esencia y la fachada propia. El silencio sirve para empezar a cerrar esa brecha y volver a encontrarse.


En medio de una época tan ruidosa y tan excesivamente social y familiar, no olviden reservar un espacio para el silencio. Porque la batalla del tiempo por venir va a ser dura, porque vamos a tener que apechugar con toda la energía y la resistencia de la que somos capaces, porque el caos nos va a hacer más difícil acordarnos de quiénes somos y de aquello en lo que creemos, porque el 2025 no nos puede agarrar cansados ni conformes.


Mi sobrino me escribió su primer correo electrónico ayer. Me manda abrasos y yo sentí que esos abrasos con s son una buena parte de lo que me va a mantener imperturbable el año que viene. No necesitan darle la vuelta al mundo, ni una playa, ni una piscina. Todo lo que necesitan es dar y que les den todos los abrasos que estén disponibles, esas son las inyecciones de energía que vamos a necesitar para lo que nos espera el próximo año. Silencio y abrasos, ahí está la clave.

 
 
 

1 comentário


Fernando Rafael Visbal Uricoechea
Fernando Rafael Visbal Uricoechea
28 de dez. de 2024

Bello.

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